Las estrellas tienen algo que les caracteriza. Pueden apagarse, brillar a cuentagotas, pero nadie duda que en los momentos clave van a estar ahí para tirar del carro. Las 11.000 almas que abarrotaron el Palacio de los Deportes de Madrid pueden dar fe de ello, al asegurar que Juan Carlos Navarro recuperó su mejor versión en el momento apropiado.

La Bomba acudió a la llamada del Regal Barça, que tumbó a un combativo Real Madrid para superar los cuartos de final de la Copa del Rei. El partido tuvo de todo; ritmo, intensidad, fuerza… Pero los azulgrana, haciendo buenas las estadísticas que les anunciaban como los claros dominadores en este tipo de enfrentamientos en el torneo del KO, tiraron del bloque para llevarse el gato al agua.

Andaba el Madrid abonado a la épica, acostumbrado a las remontadas pese a un juego ramplón, con destellos de calidad. Se presentaban los blancos como anfitriones en un torneo que, pese a no celebrarse en su cancha, sí lo hacía en su ciudad. Pero se enfrentaban al Regal Barça. Los de Xavi Pascual, víctimas de los blancos en la Euroliga en un partido que dominaron de cabo a rabo, no querían volver a dejar escapar la victoria. Para ello, tiraron de su mejor arma: el equipo.

Los azulgrana abusaron de esa receta; fueron un equipo por encima de todo. Juntos, como un bloque, creyendo en sus posibilidades, despegaron desde buen inicio. Comandaron el marcador durante todo el partido sin acabar de despegarse de un Madrid que esperaba su oportunidad. Bullock, el mejor de los de Plaza, se resistía a perder el partido. El base anotó 22 puntos, una buena cifra que quedó eclipsada por el que se convirtió en el héroe del primer partido copero.

Juan Carlos Navarro salió a escena para representar la función que mejor se le da: la de líder. La bomba, autor de 4 triples en el último cuarto, capitaneó la victoria azulgrana con un recital aplastante de calidad. Sus 28 puntos dan buena fe de ello. Pero Navarro no jugó solo. El escolta catalán, junto al mejor Vázquez que se recuerda y al incombustible Ilyasova, evitaron cualquier reacción madridista.

Felipe Reyes, autor de 16 puntos poco pudo hacer para obrar el milagro; como tampoco Sergio Llull, la última joya blanca. Sólo Bullock, el más afinado en la orquestra madridista, parecía poner suspenso al partido. El Real Madrid vuelve a quedarse sin Copa, una competición que no entra en sus vitrinas desde ya hace demasiados años; Navarro, por su parte, va camino de conquistar su cuarto torneo del KO. Con actuaciones como ésta, pocos equipos podrán evitarlo.